Y es que ese discurso tenía que, tarde o temprano, empezar a perder adeptos. Cuando uno profetiza el fin del mundo y este no llega, se quedan a la vista sus vergüenzas. Aún así, este fascistoide tiene más audiencia de la que desearía. Pasa de ser segundo a tercero.
martes, 18 de diciembre de 2007
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